Luego de un contundente desayuno, en la apacible localidad de Torrijos en la cual también alojaron el primer día, y tras haber celebrado el cumpleaños de Matías Gonzalez, uno de los 42 jóvenes que integra la delegación, esta enfiló rumbo hacia Toledo.

Tras tener los primeros avistamientos, desde el bus, de la ciudad de Toledo, el grupo comenzó a entender porque ésta recibe, incluso, en temporada baja, a miles y miles de turistas y el por qué llegó a ser en su época la capital del imperio Español.

Con el notable Enrique Campos, tercera generación de guías de la ciudad, la delegación hizo un amplio recorrido por la ciudad amurallada, disfrutando de sus imponentes vistas en altura del legendario río Tajo.

Conocieron las estrechas y serpenteantes calles, en las cuales convivieron a través de la historia los barrios judío, cristiano y musulmán y sus imponentes Catedral, Sinagogas, Claustros, Ayuntamiento y otros.

“La verdad es que los jóvenes se fueron sorprendiendo de cada rincón de esta histórica ciudad, que es además uno de los grandes patrimonios de la humanidad y que ojalá todos tuvieran la oportunidad de conocer”, apuntó Ricardo Arancibia, jefe de la delegación, quien además añadió: “se come además muy bien, según pudimos constatar en el restaurante que el Estadio, a través de Alba, nos tenían reservado para esta oportunidad”.

Pese al cansancio acumulado por el viaje y esta intensa visita, el grupo comenzó el regresó hacia Torrijos, para cenar y alojar, sin poder dejar de lado el sentimiento, compartido unánime por los jóvenes, que faltó quizás otro día más para seguir admirando la cultura e historia que sale de todos los rincones de Toledo.